Liber CDLI De la Lucidez Erotocomatosa

 

El Candidato es preparado para la Prueba mediante entrenamiento atlético general y ceremoniales. El día señalado es atendido por dos o más asistentes experimentados cuya tarea es (a) extenuarlo sexualmente por cualquier medio conocido, (b) excitarlo sexualmente por cualquier medio conocido. 

Debe emplearse cualquier instrumento y artificio de las cortesanas, así como cualquier estimulante conocido por los médicos. Los asistentes no deberían titubear ante el peligro, sino perseguir a su presa despiadadamente. 

Finalmente el Candidato caerá en un sueño de extrema extenuación, parecido al coma, y es entonces cuando la delicadeza y la destreza deben ser exquisitas. Que sea despertado de este sueño mediante una estimulación de tipo clara y exclusivamente sexual. Aunque también puede ayudar, si hace falta, una música sabiamente regulada. 

Los asistentes deben estar pendientes todo el tiempo de los signos del despertar. Cuando estos se den, toda estimulación debe cesar inmediatamente, y se debe dejar que el Candidato caiga otra vez en el sueño. Pero en cuanto esto suceda, la práctica anterior debe ser retomada. Esta alternancia debe continuar indefinidamente hasta que el Candidato se encuentre en un estado en que no esté ni dormido ni despierto, y en el que su Espíritu, liberado por la extenuación perfecta del cuerpo, y sin embargo impedido de entrar en la Ciudad del Sueño, entre en comunicación con el Más Alto y el Más Sagrado Señor Dios de su ser, creador del cielo y de la tierra. 

La Prueba termina mediante el fracaso —la llegada de un sueño invencible— o mediante el éxito, en el cual el último despertar es seguido por una realización final del acto sexual. Al Iniciado debe permitírsele entonces dormir, o la práctica puede renovarse y continuar hasta que la muerte lo termine todo. La muerte más favorable es la que ocurre durante el orgasmo, y es llamada Mors Justi. 

Como está escrito: ¡Dejadme morir la muerte del Justo, y que mi último momento sea como el suyo!



© de la traducción Miguel AlgOl