La Magia Negra no es un Mito

 

La magia negra no es un mito. Es una forma de magia totalmente acientífica y emocional, pero obtiene resultados —de una naturaleza extremadamente temporal. Los efectos sobre quienes la practican son terribles. 

Es como buscar un escape de gas con una vela encendida. ¡Mientras la búsqueda siga, no hay miedo de fracasar! 

Para practicar la magia negra debes violar todos los principios de la ciencia, de la decencia y de la inteligencia. Debes estar obsesionado por una creencia enfermiza en la importancia del trivial objeto de tus egoístas y miserables deseos. 

Yo he sido acusado de ser un “mago negro”. Nunca se ha dicho mayor disparate sobre mí. Desprecio tanto esta cosa, que incluso me cuesta creer que exista gente tan degradada e imbécil que pueda llegar a practicarla. 

 

La Misa Negra

En París, e incluso en Londres, hay gente perdida que abusa de sus inestimables dones espirituales para obtener beneficios mezquinos y temporales mediante estas prácticas.

La “Misa Negra” es un asunto completamente diferente. 

Yo no podría, aunque quisiera, celebrar una, porque no he sido ordenado sacerdote de la Iglesia Cristiana. 

El celebrante debe ser un sacerdote, porque la idea general de esta práctica es profanar el Sacramento de la Eucaristía. Por lo tanto uno debe creer en la veracidad del culto y en la eficacia de su ritual. 

Un sacerdote renegado reúne en torno a él una congregación de buscadores de sensaciones fuertes y de fanáticos religiosos. Sólo entonces pueden las ceremonias de profanación tener un efecto mágico negro. 

Hay muchas formas de violar el Sacramento. Uno de los más conocidos es la “Misa de Saint Secaire”, cuyo objetivo es causar que un enemigo se consuma. 

En esta “misa”, siempre celebrada en lugares secretos, preferiblemente en una iglesia abandonada, a medianoche, el sacerdote se presenta vestido de forma canónica. 

Pero en su vestimenta hay algún cambio siniestro, una perversión de su santidad simbólica. 

Hay un altar, pero las velas son de cera negra. El crucifijo es colocado cabeza abajo. 

El asistente del sacerdote es una mujer, y su ropa, a pesar de parecer un hábito eclesiástico, es más parecida a un vestido de un vodevil lascivo. Ha sido arreglada para que resulte indecente. 

La ceremonia es una parodia de la Misa ortodoxa, con interpolaciones blasfemas.

El sacerdote, sin embargo, debe consagrar la Hostia exactamente en la forma ortodoxa. El vino ha sido adulterado con drogas mágicas como la mortal belladona y la verbena, pero el sacerdote debe convertirlo en la sangre de Cristo. 

El terrible fundamento en que se basa la Misa es que el pan y el vino han aprisionado a la Deidad. Entonces los dos se someten a horribles profanaciones. 

 

Indescriptible

Todo eso se supone que libera los poderes del mal y consigue una alianza con ellos. (¡Sería algo parecido al ratón intentando hacerse amigo del gato!) 

En la forma congregacional de la Misa Negra el sacerdote, una vez que ha terminado su serie de abominaciones —que es, sinceramente, indescriptible— tira los fragmentos de la Hostia por el suelo, y los asistentes se pelean entre ellos por los fragmentos sucios, ya que creen que su posesión les ayudará a alcanzar sus mezquinos y maliciosos objetivos. 

Mi experiencia personal más memorable sobre los efectos de la magia negra es algo que ocurrió cuando vivía en Escocia. Las maquinaciones de un miembro degradado y excluido de la Orden causaron la muerte de mis perros y que mis sirvientes se volvieran locos. La lucha duró hasta que el efecto de retroceso de la corriente de odio provocó el hundimiento del desdichado brujo. 

La explicación para estos efectos es la siguiente: si uno cree con suficiente pasión en su voluntad de lograr algo, el poder para realizarlo se le incrementa. 

Mis enemigos dicen que la celebración de “misas negras” fue la más inocua de mis actividades en Sicilia y en Francia. 

“¿Por qué lo han expulsado de ambos países?”, se preguntan. 

La explicación de por qué me marché es bastante simple y poco sensacional. Tomé una casa de campo en Cefalú, en Sicilia, para trabajar y jugar. Empezábamos el día con oraciones familiares; a veces celebrábamos una ceremonia semirreligiosa conocida como la Misa Gnóstica. 

Varias personas que fueron mis huéspedes en la “abadía” elaboraron imaginativas versiones de sus visitas. 

Entonces los fascistas llegaron al poder y algunos corresponsales de diarios extranjeros fueron invitados a marcharse. 

Y también yo. No hubo presiones violentas. Fui tratado con la mayor de las cortesías. 

La razón por la que dejé París fue que las autoridades se negaron a renovarme la carte d'identité. No hubo ninguna acusación contra mí, ni se me dio ninguna explicación. 

Alguien con quien me peleé había ido a ver a las autoridades y había logrado convencerlas de que algo no iba bien. 

 

El Espiritiualismo

El espiritualismo —más correctamente, espiritismo— no es una forma de magia negra. 

A través de sus actos mediúmnicos, los espiritistas consiguen obtener a veces fragmentos desintegrados del aparato mental de un hombre o de una mujer recientemente fallecidos. 

El aparato ha perdido su control para guiarse, el lado espiritual de un hombre, y puede ser tomado —y a menudo lo es— por espíritus del mal elementales, y manejado para algún uso vil. 

Los espíritus juegan con fuerzas malévolas. 

La brujería es una forma más o menos solitaria de magia negra. 

Trabajando sobre sí misma dentro de un éxtasis diabólico, la bruja puede alcanzar el éxito en sus planes. Está dispuesta a sacrificar a su primogénito, un precio que acostumbra a exigir el demonio, o a vender su alma. 

¿Y todo esto para qué? Para que la vaca de un vecino deje de dar leche, para hacer enfermar a un hosco enemigo. 

Los efectos son completamente ridículos en comparación con el derroche de fuerzas espirituales requeridas para producirlos. 

El verdadero mago está por encima de la saña y la malevolencia. Intenta obtener los resultados para los que trabaja no mediante una repentina y trastornadora interferencia en el orden de cosas existente, sino mediante lentos procesos naturales. 

 

El Elixir de la Vida

En teoría no hay límites al poder de la magia. Un mago es como un matemático: tiene el control completo de los símbolos siempre que se atenga a las reglas. 

Yo he preparado el elixir de la vida, ese producto mágico que da eterna juventud. Como el toque de Midas, no es una bendición sin problemas. 

Lo hice la primera vez cuando tenía cuarenta años. Se realizó con prisas y con un conocimiento imperfecto. Tomé siete dosis, ya que las primeras dos o tres parecían no hacer efecto. Las consecuencias fueron extremadamente violentas. 

Un día, sin previo aviso, me desperté y me encontré con que había perdido toda mi madurez. Me convertí tanto mental como física-mente en un adolescente estúpido. ¡La única cosa que podía pensar en hacer era talar árboles! 

Estaba viviendo en una casita de campo en New Hampshire. Durante quince horas al día me afané en derribar árboles. Trabajaba como un loco. Ninguna hazaña o esfuerzo era demasiado para mí.

Esos fantásticos poderes físicos duraron unos dos meses, y fueron seguidos de una reacción. Durante medio año estuve en un estado permanente de cansancio. Había jugado con una receta peligrosa. 

Seis años más tarde experimenté de nuevo con el elixir, tomando precauciones para evitar tales resultados drásticos. El resultado fue que a los 47 yo era tan poderoso y atlético como un hombre de 30.
Todavía conservo muchos de los buenos efectos de ese experimento. 

Mi actividad intelectual no sólo se ha conservado, sino que se ha intensificado, y todavía disfruto de una salud y una energía perfectas.

 

© de la traducción Miguel AlgOl