Crowley es el iniciador de la Magia ritual moderna en el sentido de que plantea por primera vez la posibilidad de que el mago (re)elabore sus propias ceremonias, de acuerdo a su “entendimiento e ingenio”, y no siga acríticamente las ceremonias creadas por otros para sí mismos en tiempos pasados. Crowley aboga por una perspectiva personal, muy crítica (“escéptica”) y creativa en la actividad mágica. Por ejemplo, plantea que no deberían usarse aquellos símbolos que no se comprenden bien, o que es “irrelevante” si los seres y entidades invocados en la magia tienen una existencia real o no.
En 1904 una entidad llamada Aiwass le dicta en Egipto el Liber AL vel Legis, o Libro de la Ley, momento en el que se inaugura un nuevo eón de la historia de la Tierra: el Eón de Horus, y una nueva filosofía-religión para ese eón: la Ley de Thelema (Voluntad), de la que él es nombrado Profeta.
Los planteamientos sobre la Magia de Crowley se encuentran lógicamente a todo lo ancho de su extensa obra, pero pueden a mi juicio sintetizarse en algunos de los “teoremas” que publicó en su obra Magia (K) en Teoría y Práctica:
— Cada acto intencional es un acto mágico.
— “Cada hombre y cada mujer es una estrella”. Lo que quiere decir que cada ser humano es intrínsecamente un individuo independiente, con su propio carácter y su propio movimiento.
— Cada hombre y cada mujer tiene un rumbo, que depende en parte de sí mismo y en parte del entorno natural y necesario de cada uno. Cualquiera que sea forzado a separarse de su propio rumbo, bien por no comprenderse a sí mismo, o bien por una presión externa, entra en conflicto con el orden del Universo, y sufre las consecuencias.
— Un hombre cuya voluntad consciente esté reñida con su Auténtica Voluntad desperdicia su fuerza. No puede esperar influir eficazmente en su entorno.
— Un hombre que realiza su Auténtica Voluntad tiene toda la inercia del Universo a su favor.
— La Naturaleza es un fenómeno continuo, aunque no podamos saber siempre cómo se conectan entre sí las cosas.
— El hombre es un ser ignorante de la naturaleza de su propio ser y de sus poderes. La misma idea de sus limitaciones está basada en experiencias del pasado. Por lo tanto, no hay razón para colocar límites teóricos.
— El hombre es capaz de ser, y de usar, todo aquello que percibe, porque cada cosa que percibe es en cierto sentido una parte de su ser. Puede, por tanto, someter a su Voluntad individual la totalidad del universo del que es consciente.
— Cualquier fuerza del universo es capaz de ser transformada en cualquier otro tipo de fuerza, si se usan los medios adecuados.
— La aplicación de una determinada fuerza a un objeto afecta a todos los órdenes de existencia que se hallan en él, sea cual sea el orden que haya sido primeramente afectado.
— El hombre sólo puede atraer y emplear las fuerzas para las que está realmente preparado.
— Cada individuo es esencialmente autosuficiente. Pero es insatisfactorio para sí mismo hasta que establece su correcta relación con el Universo.
— La Magia es la Ciencia de comprenderse a uno mismo y las propias condiciones. Es el Arte de poner esta comprensión en acción.
— Cada hombre tiene el derecho inalienable a ser lo que es.
— Cada hombre hace Magia cada vez que actúa o incluso piensa, ya que un pensamiento es un acto interno cuya influencia acaba afectando a la acción, aunque no la lleve a cabo en ese momento.
— Cada hombre debería hacer de la Magia la piedra angular de su vida. Debería estudiar sus leyes y vivir mediante ellas.
— Cada hombre tiene el derecho a realizar su propia voluntad sin tener miedo de que pueda interferir con la de los demás. Ya que si está en su lugar apropiado, será problema de los demás si interfieren con él.
Miguel AlgOl